La sociedad civil construyendo la Escuela Ambiental

Familias tomando un baño en el río.

Un amigo carpintero llamado Carlos Londoño, muy querido y desprendido, con sus ganas y un gran esfuerzo comenzó a hacer con retazos de madera la primera  casa de dos plantas, que hoy llamamos con justa razón “El Chalet”, no por sus comodidades y lujo sino por su posición geográfica dentro del área de la escuela.

Quedó ubicada nada más y nada menos que al frente del alma y la vida de lo más querido, de lo que mas le duele entre comillas al vallenato, la fuente abastecedora del acueducto de Valledupar, el RIO GUATAPURÍ, nombre utilizado por nuestros hermanos mayores, los indígenas Arhuacos, que en español traduce agua fría,  ahí es donde se escuchan por las noches todas las sinfonías que existen en el universo.

Pero como cosa curiosa también se oyen no sólo los cantos de la sirena del balneario hurtado, sino los lamentos de todo un ecosistema que ha tenido que soportar todo los ultrajes  y las locuras de este pueblo indolente que lo único que mira es el lujo, el consumismo y el mal llamado confort; y a lo más hermoso que tenemos que son nuestro recursos naturales, le hemos dado la espalda, todas las inversiones van para la selva de cemento. ¡Despierta vallenato que ya el desierto se avecina!

Siguiendo y después de este recreo nos tocó hacer piscinas para que los niños se bañaran sin que corrieran peligro, fue cuando dijimos que las piscinas no podía pasar mas allá de las rodillas y que si el adulto quería bañarse que se doblara o usara una totuma. Como cosa rara hoy vemos más adultos bañándose en esas piscinas que niños.

Quiero aclararles que la escuela le cambió el concepto a la piscina, porque en realidad son charcos terapéuticos, como dice el dicho: “Agua corriente cura la gente”. Acá no maltratamos el agua,  acuérdate no todo lo que es oro brilla ¿será que la Pachamama no es oro y no brilla? Con antenas parabólicas grandes y piedra en forma de lajas de la zona se fueron haciendo las piscinas que hoy son las delicias de los niños; lo  insólito ha sido que a los niños les gusta más los charcos (que a la hora de la verdad se hicieron par crear peces) y que nunca han cumplido con este objetivo por dejárselo a los niños para que se bañen a sus anchas y con mucha libertad.

AUTOR: OLMAR FERNANDO QUINTERO SANGUINO – FUNDADOR DE LA ESCUELA AMBIENTAL DEL CESAR.


Comparte con tus amigos


Deja un comentario


Suscríbete a INFOUPAR.COM

Y recibe nuestras noticias en tu buzón de email.

Únete a otros 128 suscriptores