Docentes ayudando a construir la Escuela Ambiental


En mi afán de que la Escuela Ambiental se fuera desarrollando con la mayor rapidez me tocó apoyarme con los docentes (pedagogos, artistas, recreadores, etc.) para que me dieran luces con la sorpresa de que todos sí querían una escuela, pero con el mismo sistema tradicional ya que si me salía del sistema no sería bien vista y posiblemente seriamos arrasados, dilapidados por el sistema educativo y posiblemente por los gobernantes de turno.

Yo dije: “que vaina, pero no importa vamos hacer contra-cultura educativa y que pase lo que pase, asumamos el reto no hay  nada que perder pa’lante y qué”.

Comencé a visitar colegios, escuelas, universidades, etc. para ofrecerles charlas ecológicas y programas de reciclaje como estrategia para que ellos luego visitaran la Escuela Ambiental, pero qué va, eso así no funcionaba, pues las visitas nunca se dieron, por el contrario menos se interesaban por la escuela ambiental, habían más justificaciones que ganas. Así que un buen día dije: “que no venga ningún colegio” y ahí fue cuando comenzaron  a visitarnos las instituciones.

Los pocos niños que venían la pasaban rico con lo poco que había, eran los padres quienes siempre tenían una razón para no dejar que el niño fuera  feliz, por lo regular decían: “¡cuidado que el agua moja!” y se mojaban, “¡que la tierra ensucia!” y se ensuciaban, “¡ojo que te caes!” y se caían; ¡Dios mío que poder tiene la palabra!

Por esos días nos visitó una familia muy especial, los hijos de Jesucita; Manuel, Sasha y Camilo niños que alegraron la escuela y nos ayudaron a construirla, llegaron para quedarse. Todos los sábados y domingos Resucita los mandaba para que ayudaran; estos guerreros con su ejemplo y sentido de pertenencia hicieron que otros jóvenes también se  contagiaran, mal haríamos si dijéramos que la escuela fue construida por una persona, en ella han intervenido muchos entes sobre todo la sociedad civil.

Posteriormente llegó otro niño, nada más y nada menos que la grata compañía de  Ropero «Roperín», niño que más a soportado las inclemencias, vicisitudes, desaciertos, equivocaciones y locuras de Olmar pero que siempre ha estado ahí.

Mirna, una mujer alegre, jocosa, barranquillera, con sus carcajadas arreglaba todo, con ella trabajamos en el proyecto de la Universidad Pedagógica Nacional  denominado “Las Pléyades y las Estrellas de Cinco Puntas”; nos tocó ir a Codazzi para dictar charlas en las escuelas de allá y cuando me tocó el turno de presentar el proyecto, Mirna se colocó como espectadora al frente, al rato noté que estaba haciendo unos gestos muy raros, quería  indicarme que se me había olvidado ponerme las medias para la presentación, lo que ella no sabía era que yo nunca las usaba; una maestra muy querida por sus alumnos y comprometida con la enseñanza.

María Santa, muy preocupada por el sistema educativo y con muchos proyectos ecológicos; a María Álvarez la recuerdo porque al llegar a visitarnos a la sede  campestre vio la primera valla que tuvo la escuela donde aparecía su nombre en primera plana y me dijo: “Olmar ¿por qué tu nombre no aparece en  esa valla y el mío sí, qué estas escondiendo?”, yo apresuradamente borré los nombres de las personas que aparecían; se habían escrito como un acto de  agradecimiento  y coloqué en letras grandes: “OLMAR FERNANDO QUINTERO SANGUINO DIRECTOR”,  entonces la profesora María Álvarez se dio cuenta y me dijo: ¿por qué tanto protagonismo? ¿Por qué en esa valla solo aparecía el nombre del Director?

También recordamos a María por el famoso cuento de la culebra de siete cabezas cuando nos trajo un grupo de niños de la Escuela San Joaquín, vinieron a verla y hubo niños que con su imaginación la vieron en un cactus que hay inmenso y hasta la dibujaron; de ahí salieron muchas historias que sirvieron de insumos para el proyecto con la red  Pedagógica Nacional.

A Rosita la recuerdo por su sonrisa y alegría, con ella nos ideamos que los niños que ella trajera para bañarse en la piscina de barro, que hoy llamamos “la cochino terapia”, deberían hacer una labor en beneficio de la escuela ambiental y fue así que con esta flamante ideota la escuela avanzó a pasos agigantados,  ya que se hizo lo mismo con todas las instituciones que nos visitaron, razón que hoy tenemos para afirmar que la Escuela Ambiental fue construida por la sociedad civil.

Ramón por el sentido de responsabilidad de su profesión; Rafael por su gran compromiso con sus alumnos y sus baños en piscina antiarrugas con ropa de calle; Franfor profesor muy Querido y con alegría con sus muchachos, enamorado de la escuela siempre con el deseo de escribir el libro titulado “Un sueño llamado Escuela Ambiental”; Moreno con esos deseos de que la educación de los niños cambiara y que el divorcio entre el estudiantado y las escuelas se acabe; y tantos profesores que han pasado por la Escuela Ambiental, esta lista sería interminable ya que son muchas las personas e instituciones, que nos han visitado, aportado y enseñado mucho en este difícil proceso.

OLMAR FERNANDO QUINTERO SANGUINO, FUNDADOR DE LA ESCUELA AMBIENTAL DEL CESAR.


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